La Rhodiola rosea crece en las gélidas alturas de las montañas siberianas de Altái y en los países escandinavos, conocidos por sus largos y oscuros inviernos. Es una planta de la familia de las crasuláceas y debe su nombre a su característico olor a rosa. La rodiola suele alcanzar una altura de 5 a 20 cm, rara vez hasta 35 cm, y forma varios tallos gruesos, carnosos y pelados sobre el suelo. Los pétalos de la planta hembra son amarillos y adquieren un tono rojo anaranjado al marchitarse, mientras que las flores de la planta macho son de color púrpura. La rodiola no solo es extremadamente resistente al frío y a la oscuridad, sino que, como planta suculenta, es capaz de almacenar agua y prosperar en lugares secos. Se trata de una planta muy resistente que soporta las condiciones más adversas. Gracias a sus numerosas y valiosas sustancias vegetales, como el fenilpropanoide rosavina y el feniletanol salidrosida, los preparados de rodiola ya se utilizaban en la tradición siberiana y rusa. Por ello, en Siberia también se conoce como «raíz de oro».
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