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Los alimentos de origen vegetal contienen una variedad de fibras. Las numerosas cepas bacterianas del intestino, conocidas colectivamente como microbioma, fermentan estos oligosacáridos y polisacáridos especiales. Varios estudios científicos han demostrado que la fibra presenta diferentes propiedades en función de la planta de la que fue aislada, y que cada tipo sirve como fuente de alimento para especies bacterianas específicas, por ejemplo, Bacteroides, Firmicutes, Lactobacillus o Bifidobacterium. Los oligosacáridos (como el glucomanano, las pectinas y los XOS) se metabolizan con relativa rapidez debido a su estructura de cadena corta, mientras que los polisacáridos de cadena larga y de cadena ramificada (como las cáscaras de psilio, la fibra de acacia, los betaglucanos y el orujo de aceituna) se metabolizan con mucha más lentitud. Por lo tanto, la clave parece ser centrarse en ingerir una rica variedad de fibra.